Artículo: Prohibir los toros sin que se note

Artículo escrito por Fernando Gomá, vicepresidente de la Fundación del Toro de Lidia y miembro de la Comisión Jurídica, para el diario Última Hora de Baleares.

A los políticos del Pacte balear (Partit Socialista de les Illes Balears, Podemos, Més per Menorca, Més per Mallorca) no les gustan los toros y quieren prohibirlos. Pero tienen un problema: el Estado de derecho, que no se lo permite.

Hay una ley de 2013 que declara la tauromaquia bien de interés cultural, otra de 2015 declara la intangibilidad cualitativa y cuantitativa del patrimonio inmaterial que es la fiesta de los toros; y el Tribunal Constitucional proclama que la tauromaquia es una manifestación cultural recogida y protegida por la misma Constitución y que tienen una indudable presencia en la realidad social de nuestro país. Nada menos.

Para salvar esa dificultad y conseguir su objetivo, prohibir, se les ha ocurrido una idea genial: ¿Por qué no regulamos estableciendo requisitos extravagantes y absurdos, limitaciones fuera de lugar y vetos de todo tipo? Haciendo imposible la celebración de corridas, las eliminamos… pero sin que se note.

Dicho y hecho. La propuesta de regulación de las corridas incluye controles antidoping a toros y toreros, eliminación de la suerte de matar, de las corridas de rejones, de las banderillas, se exigen seguros astronómicos, se permite un máximo de tres toros por corrida (porque lo digo yo) y un máximo de 10 minutos por faena (por la misma razón), se prevén multas enormes, se prohíbe que los toros estén en los chiqueros previamente a la lidia, se prohíbe que acudan menores de edad, se prohíben las novilladas, se regula el peso de los toros, etc., etc. Prohibir, limitar, multar, una y otra vez.

Lo que propone el Pacte no es una regulación de las corridas de toros en uso de competencias autonómicas. Esto no es regular algo preexistente, de buena fe, para introducir mejoras. Esto es crear de nuevas un seudoespectáculo irreconocible e inviable desde el punto de vista artístico y económico, lo que contraviene de manera tan frontal como burda las leyes vigentes y la jurisprudencia. Es un fraude de ley impresentable. Y bastante cobarde.

El Pacte se cree en el derecho de decidir qué es cultura y qué no, cuando lo que tiene que hacer un gobernante es fomentar la cultura que surge de la propia ciudadanía, molestando lo menos posible. Y la tauromaquia es cultura viva, aunque no les guste.

La ley de 2013 protege y tutela lo que llama el ‘arte de lidiar’, como parte de nuestra cultura. Esa lidia protegida legalmente tiene unos componentes, una estructura, unas costumbres y unos ritos perfectamente definidos y reconocibles, decantados a través de siglos y de plena vigencia en la actualidad. Y todo ello porque la sociedad así lo ha querido y lo sigue queriendo. Alterar de manera esencial ese arte es actuar fuera de la ley y pretender imponer una ideología cultural a los demás. No necesitamos políticos que nos digan en qué consiste la lidia, y menos uno políticos completamente incultos (taurinamente hablando, claro).

En la vida, como en los toros, hay que ir de frente y por derecho. Si quieren suprimir los toros, díganlo con claridad y asuman las consecuencias. Pero no pretendan conculcar las leyes y el Estado de derecho, que nos protege a todos de los abusos del poder, por ideología partidista, de tapadillo y sin dar la cara.

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